lunes, 29 de junio de 2015

Es tan frio dar la espalda.

Es tan frio dar la espalda, sencillamente por que es el lado contrario del corazón. Es frio por que se renuncia a la calidez de pensar, de querer, de desear, de amar. Es tan frio por que se abandona todo tipo de idealización, de sueño. Es tan frio por que los sueños a veces son tan cálidos, que cuando se da la espalda, el frio de la realidad no perdona. Soy frio por que no perdono, por que ya no sueño, o màs bien, no quiero soñar màs. Sencillamente por que mi sueño no se adaptò a la realidad, o no fui capaz de vivir mi propio sueño. Dar la espalda es uno de los actos màs sinceros que existen, sobre todo cuando se sabe que se enfrenta a un gran daño, a un gran dolor. A veces la damos por prepotencia, a veces por convicciòn de algo que no queremos, a veces por que pensamos que es lo mejor, o quizàs, lo ùnico que habìa por hacer.

Si, y así lo sentì yo. Sencillamente sentì que no habìa màs por hacer. Sentì que el destino me encerraba, y toda posibilidad se reducía a dar la espalda y seguir. Me hubiera encantado sacarte del infierno, me hubiera encantado hacer de ti mi sueño. Me hubiera gustado dedicarte mil canciones y mi vida misma. Me hubiera hecho feliz verte feliz de por vida, o quizas me hubiera conformado con poder verte. Dar la espalda en este caso es defender el maltrecho corazón por maltratar la espalda, herida con ataques de mi mente exigiendo que vuelva, que haga hasta lo imposible. Pero he ahí el dilema, es imposible. Aceptar el imposible es tarea de humanos, amarte hasta el imposible es mi intento fallido de ser dios.

Dar la espalda en este caso, es hacer que tu largo cabello arrulle mi partida. Dar la espalda en este caso, es ocultar las làgrimas que obviamente aunque no las veas, estàn ahì de por vida. Dar la espalda en este caso, es abandonar parte de mi ser, el que tu conformas en mi. Mi medio yo te da la espalda, el otro medio se queda contigo como parte de mi etèreo ser, ese que no ves pero idealizas, ese que me gustarìa que recordaras, ese que me reconforta saber que posiblemente extrañas, ese que se niega a irse, a abandonarte, aunque yo en realidad ya me haya ido. Dar la espalda en este caso, es dejar contigo mis pensamientos y marchar en direcciòn opuesta a ellos, buscando quizàs que ellos te defiendan, te protejan y esten contigo cuando quizà, debìa ser yo quien lo haga. Dar la espalda en este caso, es asumir que vuelva a ser tan feliz como cuando estaba contigo, cuando se que lo màs posible es  que jamàs ocurra.




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